Opera

El País, 04. April 2014
...El gran triunfador de la noche fue, desde mi punto de vista, el director de orquesta. O la orquesta en su totalidad, si se prefiere. Tras un comienzo algo titubeante, Haenchen cogió el pulsó a la situación y planteó una versión muy coherente, con sentido dramático y riqueza tímbrica. Al comparecer después del segundo intervalo fue aclamado con “bravos”, algo insólito en las funciones de estreno en el Real. A un nivel más plano el sobrevalorado coro del Real. El exceso de volumen dejó en segundo plano la matización, sobre todo en los pasajes más heroicos. No se puede decir que no canten y actúen bien, pero la ópera no es únicamente exhibición de poderío. En ese sentido, llamémosle sutil, las mujeres estuvieron más en su sitio. El reparto vocal fue bastante homogéneo con un cuarteto de cantantes equilibrado. Las aportaciones de Ventris, Naglestad, Polaski y Mayer, contribuyeron, con sus más y sus menos, a dar empaque a la representación. En el minúsculo programa de mano, para gloria de los diferentes comités de apoyo y patrocinadores, hay en esta ocasión un sugerente texto de Enrique Gavilán, uno de los grandes conocedores y analistas de Wagner en nuestro país. El buen nivel artístico, en líneas generales, de las representaciones de Lohengrin facilita además el rápido olvido del precipitado y paupérrimo “homenaje” a Mortier el pasado miércoles en el Real. Como mínimo, podían haber hecho algo más imaginativo, más a la altura intelectual y artística de la persona recordada.
Juan Ángel Vela del Campo