Opern

ABC, 04. April 2014
... Merece la pena, fijarse en el prodigioso preludio del primer acto, música digna de un iluminado que ya, en 1850, estaba inventando el futuro, y que el maestro Hartmut Haenchen aborda con un sonido de cierta obviedad, presente. Basta escuchar como los instrumentos se superponen en progresión a la búsqueda del momento culminante, antes que fusionarse en una creciente textura que ya, desde el arranque, cabría imaginar más sutil, compacta y con una afinación más precisa por parte de la cuerda (si bien esto último no deja de ser un hecho coyuntural sucedido ayer).
En resumen, toda una declaración de principios, más aún, una intención expresiva digna de un director que a partir de ahí mantiene el pulso de la obra con autoridad, acompañando con finura, animando a la orquesta a que saque mucho bueno, pero renunciando a ese punto de misterio, que es tan fácil desear.
... Y. por supuesto al Coro del Teatro Real, actor fundamental en «Lohengrin» para satisfacción de un público que anoche acabó reconociendo la calidad y cantidad de la que hace gala en muchas de sus intervenciones. El quid de este «Lohengrin», directo, inmediato y popular. Alberto González Lapuente