Opern

El Mundo, 04. Dezember 2011
La música tiene la transparencia del cristal y la dureza del acero, a la vez que se colorea con la carcajada angustiosa de la fanfarria. Los arrebatos se ahogan en el lirismo o galopan hacia la muerte al son
de un redoble. El espectador recibe ráfagas de lluvia helada, debe soportar el espectáculo de la barbarie y la visión atroz de la injusticia. Pocas óperas tan catárticas como ésta. La batuta de Hartmut
Haenchen consigue de la orquesta un bello sonido
, al que le falta en ocasiones mayor tensión y brillantez, pero que transmite el peculiar estilo del compositor con justeza y propiedad.
ÁLVARO DEL AMO