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Diverdi (S), 01. Juli 2007
Proliferación tetralógica
ETCÉTERA edita en SACD el reciente Anillo del nibelungo de Amsterdam con dirección escénica de Pierre Audi y musical de Harmut Haenchen
Resulta profundamente gratificante ser testigo de la abundancia de producciones completas del Anillo que se vienen ofreciendo en los últimos tiempos en los grandes teatros del mundo. La Royal Opera House ha culminado su tetralogía dirigida en lo musical por Antonio Pappano y en lo escénico por Keith Warner, y en octubre de este 2007 se darán tres ciclos completos con un reparto de gran envergadura que incluirá el Wotan juvenil de Bryn Terfel. El Met recibirá este verano la visita de la compañía del Mariinski de San Petersburgo con su producción de 2003 –vista el mes pasado en Canarias–, y ha anunciado la retirada en 2008-9 de la régie tradicional y naturalista de Otto Schenk –de 1986–, que será relevada por una nueva producción del canadiense Robert Lepage en la temporada 2010-11. A comienzos de 2006 Robert Wilson presentó su estática versión en el parisino Théâtre du Châtelet con la lírica dirección musical de Christoph Eschenbach. El Festival de Bay- reuth planeaba una revolución para ese mismo año al encargarle el esperado nuevo Anillo –bajo la dirección musical de Christian Thielemann– al controvertido Lars von Trier, pero se tuvo que conformar finalmente con una solución de emergencia ideada por el dramaturgo Tankred Dorst. En tierras cercanas, obviando las relativas insolven- cias barcelonesas –Kupfer/De Billy– y madrileñas –Decker/Schneider–, no puedo por menos que destacar la sobresaliente tetralogía que se ha iniciado con El oro del Rin y La Walkyria en el nuevo Palau de les Arts de Valencia, con la imaginativa propuesta escénica multimedia de La Fura dels Baus –inusualmente cercana al texto–, un reparto vocal difícilmente mejorable, y una orquesta jo- ven que sorprende por su calidad técnica y su en- tusiasmo, bajo la dirección vigorosa del maestro Zubin Mehta.
La producción que aquí se reseña proviene del Het Muziektheater de Amsterdam, sede de la Nederlandse Opera, y su parte musical –la que nos ocupa– fue grabada entre el verano de 2004 y el otoño de 2005. La producción escénica de Pierre Audi con decorados de George Tsypin, juzgando por las numerosas fotografías que se ofrecen en esta edición y por los vídeos procedentes de la toma televisiva que circulan por el ciberespacio, fue real- mente espectacular, situando la orquesta sobre una plataforma móvil dentro del propio escenario, rodeada por un enorme anillo por el que circulaban los personajes, y que podía incendiarse mediante un circuito de gas.
La dirección musical de Hartmut Haenchen es muy animada y viva en la mayor parte del ciclo, especialmente en los cuidados interludios orquestales, aunque sufre algunas caídas de tensión y presenta arbitrariedades en el tempo. En conjunto, y olvidando algunas estridencias de los metales, la Orquesta Filarmónica de los Países Bajos ofrece aquí un trabajo extraordinario.
Se acompaña cada álbum con un interesante artículo del propio Haenchen sobre la tradición interpretativa de las obras donde defiende la necesidad de regresar a los orígenes, tratando de recrear los tempi, modos de articulación e incluso artilugios acústicos que el propio Wagner pudo indicar en las primeras representaciones. Como base de esa reconstrucción se ha elegido la edición musical y textual de la Neue Richard-Wagner- Gesamtausgabe, que se supone filológicamente impecable, y en la que no se encuentran grandes novedades –una sola nota en la línea vocal del Wotan del segundo acto de La Walkyria, algunas alteraciones metronómicas y dinámicas–.
El reparto, aunque desigual, resulta en conjunto de gran solvencia. El Wotan apabullante y autoritario de Albert Dohmen, de poderosísimos medios vocales –emisión algo gutural y cavernosa–, está quizá poco maduro en la recreación del personaje, pero es sin duda lo mejor de la toma. Lin- da Watson, que ha sido una magnífica soprano dramática, está ya desgastada y sufre cuando tie- ne que subir al agudo, pero la voz posee un grato timbre y sólo se le puede achacar un vibrato un punto excesivo; su Brünnhilde, sin embargo, es en verdad valiente. El Siegfried de Stig Andersen es algo pálido y poco matizado, pero cumple con gran dignidad. El veterano Kurt Rydl canta con gran intención unos rocosos Hunding y Hagen. Günther von Kannen, enorme artista de medios ya gastados, se ocupa de Alberich en Sigfrido y Ocaso, aunque no en Oro. Doris Soffel es aún una gran Fricka. El británico Graham Clark repite su conocido Mime estridente, y una leyenda del canto rossiniano, Chris Merritt, tras sus incursiones en el repertorio contemporáneo y con la voz prác- ticamente arruinada, aborda el papel de Loge con escasa fortuna. También en el Oro destaca la flotante Freia de Michaela Kaune. La pareja de welsungos –Charlotte Margiono y John Keyes– tiene poca entidad, aunque otra pareja de hermanos, los gibichungos de Robert Bork e Irmgard Vilsmaier, componen una buena labor. La avejentada Erda de la otrora excelsa contralto Anne Gjevang es claramente insuficiente. Los tríos de hijas del Rin y nornas están más que correctos, destacando en este último la soberbia Michaela Schuster –Kundry referencial–, que además ofrece una matizada Waltraute en el primer acto del Ocaso. El experimen- to más insólito de este registro es encomendar la voz del pájaro del bosque a un solista infantil procedente del Tölzer Knabenchor.
La toma está editada en Super Audio CD con un impresionante, atmosférico y opulento sonido estéreo multicanal de enorme presencia y transparencia, cuya escucha resulta en verdad todo un placer. Por su calidad técnica y sus múltiples aciertos artísticos, esta tetralogía aspira a hacerse un hueco entre las históricas propuestas alumbradas en estos comienzos del siglo, tan fructíferos para la interpretación de las obras de Wagner, y puede ser una valiosa adición a la discoteca del wagneriano devoto.
José Alberto Pérez