Opern

El Huffington Post, 05. April 2014
Sobre el escenario, Lohengrin, la última ópera romántica de Richard Wagner. En las butacas, un público entusiasta que recibió con vítores el estreno y ovacionó a su director musical, el muy germano Hartmut Haenchen, incluso antes de que empezase el último acto. ...

LA MAGIA DE LA ORQUESTA

Un puntero se enciende en el foso al comienzo de la representación. Mientras el público apuraba sus últimos cuchicheos, el director musical ya estaba allí, moviendo una batuta con un puntero luminoso en medio de una sala completamente a oscuras. No hubo ni saludos ni aplausos previos para un comienzo íntimo que fue in crescendo de la mano de una orquesta de 123 músicos y un coro de 92. Haenchen dirigió a los músicos del foso, pero también a las trompetas del escenario o los músicos fuera de él. El órgano, que envolvió la sala, hizo que el sonido llegara al espectador casi por cualquier sitio.
Todo esto sin que el director alemán se inmutase lo más mínimo, o sudase pese al esfuerzo intelectual y físico que supone dirigir una representación así durante 3 horas y 45 minutos. La orquesta funcionó como un reloj y consiguió desplegar una gran paleta de sonidos que se fundieron con un reparto muy efectivo.
Daniel Basteiro